lunes, 8 de diciembre de 2014

MUDAR

Déjame que te cuente...

Viendo las cajas embaladas, siento lo necesario que es MUDAR y lo reticentes que solemos ser a hacerlo. 
Liberándonos de cadenas, ¿no sería hermoso cambiar de trabajo para realizar aquello que realmente se desea, trasladarse a otro lugar, dejando atrás casas clavadas bajo tus zapatos o incluso modificar tu propia naturaleza?
El ave muda su plumaje sin dolor ni traumas psicológicos. La serpiente muda su piel sin pensar si va a ser más o menos bella o si la van a dejar de querer. Los animales mudan su epidermis sin sentir que en ello se le va la vida. 
Los humanos lo único que mudamos periódicamente, sin dolor, es la ropa interior y alguno que otro no muda ni eso. 
El ser humano se aferra por miedo al cambio, por vértigo hacia lo nuevo, por temor a lo desconocido. 
Necesita seguridad y la busca afuera, olvidándose se su propio valor, de su propio poder. 
¿Somos capaces de dejar ir, de transformar, de alterar, de variar... sin sufrir?
Si, duele, como todo aprendizaje. Pero cuando la lección está aprendida, te despides de las cajas, agradecida de lo útiles que fueron para tu desarrollo, y te sientes orgullosa de tu evolución personal. 




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